En sólo cuatro años, Jimi Hendrix reinventó la forma de tocar guitarra y se transformó en una de las mayores estrellas de rock de todos los tiempos.
Cuando Hendrix se convirtió en una superestrella en 1967, parecía como si hubiera salido de una nave espacial.
Obsesionado con las nuevas tecnologías de grabación, el guitarrista se pasó meses en el estudio perfeccionando un sonido que mezcló el blues con la psicodelia y que terminó por hacerlo triunfar en su natal Estados Unidos.
Oriundo de Seattle, Hendrix tuvo una breve carrera como músico de sesión hasta que voló a Londres y ensambló el trío (junto a Noel Redding y Mitch Mitchell) que reescribió buena parte de la música instrumental de su época. Jimi Hendrix brilló en los festivales de Monterey (1967) y Woodstock (1969) y, meses después, murió en la cúspide de su carrera.
Fue solo diez semanas después del concurrido “Festival Pop Internacional de Atlanta” en 1970. Era un 18 de septiembre. Tenía apenas 27 años y una sobredosis lo transformó en héroe trágico e influencia para las nuevas (y viejas) generaciones.