La canción inicial del segundo disco de la banda inglesa New Order es sintomática. “Age of consent” comienza con un riff de guitarra de Bernard Sumner, pero que de a poco da paso a lo que sería un nuevo sonido, de un nuevo pop, tributario de la escalada de la synth-britannia que se tomaba en Reino Unido. Música donde las bases electrónicas y el uso de sintetizadores le darían un sello distintivo al post punk de la isla, completamente distinto a cómo se lo estaban tomando en Norteamérica.
Movement -el primero del cuarteto- era todavía un disco de Joy Division, por donde se le mirara. Fue Power, Corruption & Lies y la ética musical mancuniana, de no hacer playback en sus presentaciones de televisión o el no incluir fotos de la banda en sus discos, la que forjaron la identidad de la nueva banda, que tendría en este disco que hoy cumple 35 años -editado un 2 de mayo de 1983- su verdadera opera prima.
Power, Corruption & Lies parece un nombre que nunca pasara de moda. Robado supuestamente de un grafitti fuera de una exposición en Colonia y cuya portada más de algún dolor de cabeza le dio a Peter Saville, el disco cimentó el estilo de una banda de guitarras que al mismo tiempo era una banda para bailar.