Quizás te ha sucedido. Viste una serie o leíste un libro. Sabes que te gustó, sabes cuándo ocurrió, pero tratas de sacarlo a flote, por ejemplo, en una conversación, y no recuerdas el argumento, no recuerdas la trama. La verdad -te das cuenta- es que recuerdas muy poco del contenido.
Un artículo del New York Times, realizado por la escritora Aloma Rodríguez, indaga en una pregunta frecuente para quienes consumen altas dosis de literatura: ¿Por qué olvidamos los libros que leemos?
Rodríguez apunta a un fenómeno denominado “la curva del olvido”, que se refiere a la velocidad con que olvidamos algo. Y sostiene que hay más riesgo de olvidar las cosas tras las primeras 24 horas después de haberlas aprendido, a menos que estas se repasen.
En base a eso, tiene sentido que se tiendan a olvidar más fácilmente los libros que leemos de corrido, sin pausas entre días, o las series que vemos en las ya tan frecuentes “maratones”. Ya que no se hace trabajar la memoria de recuperación.
“De hecho, se sabe que quienes consumen una serie viendo un capítulo a la semana o al día la recuerdan mejor que quienes la ven entera en un día. Leer un libro de un tirón a veces supone olvidarlo antes porque solo está funcionando la memoria de trabajo, no hay repaso”, explica la escritora.
En un reportaje de The Atlantic, Jared Horvath, investigador de la Universidad de Melbourne, comentó que “la forma en que ahora se consume información y entretenimiento ha cambiado el tipo de memoria que valoramos”.
Horvath explica que gracias a internet la memoria de recuperación es menos necesaria, ya que podemos acceder a un sin fin de información con una sola búsqueda, sin necesidad de memorizarla. Y que, en cambio, se torna más valiosa la memoria de reconocimiento, que tiene que ver con cómo asociamos lo que vemos con algo que percibimos anteriormente.
Este cambio que explica Jared Horvath da cuenta de un buen momento para el género de las “bibliomemorias”, concluye el artículo de Aloma Rodríguez. Es decir, libros que hablan de otros libros.