En el trascurso de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), durante la ocupación nazi en Francia, los soldados alemanes usurparon cerca de 100.000 obras de arte a familias judías. De estas, 60.000 fueron repatriadas y 45.000 devueltas a sus dueños, pero aún muchas continúan sin estar en las manos de a quienes corresonden
Con el objetivo de que las pinturas se reencuentren con sus dueños o herederos, el Museo Louvre de París está exponiendo las obras que siguen en su poder.
Son cerca de 31 las pinturas que se están exhibiendo en dos salas del museo donde, entre algunas, puede contemplarse un paisaje de Théodore Rousseau hasta un retrato de Élisabeth Vigée-Le Brun, la pintora oficial de María Antonieta.
Como comentó Sebastián Allard, director del departamento de Pintura del Louvre, a El País , “a veces, se nos ha acusado de querer quedárnoslas. En realidad, se han hecho muchas cosas para que no sea así...Para evitar ese tipo de críticas se crean salas como estas. Nuestro objetivo es restituir todo lo que podamos. Somos conscientes de que esas obras no nos pertenecen”.
El proceso de devolución de las obras a las personas correspondientes puede ser muy lento. Una vez que se reconoce la obra como suya, la persona debe ir a la Dirección General del Patrimonio donde se comprueba que la obra pertenezca a la persona o sus herederos. Estos deben presentar pruebas como boletas, inventarios de época o fotografías donde aparezca el objeto en cuestión.