El autor del “Retrato de Adele Bloch-Bauer I”, una de las pinturas más caras del mundo, rompió con las normas académicas que regían el arte de su época.
El 6 de febrero, se cumplieron 100 años desde la muerte del genial Gustav Klimt. El austriaco fundador del movimiento modernista conocido como la “Secesión Vienesa”, y realizador de los cuadros con desnudos más eróticos y provocadores que existieron hasta su época, murió a los 55 años de un infarto cerebral tras contraer la “gripe española”.
Contemporáneo a Freud, Wittgenstein, Schnitzler y Mahler, el autor de “El beso” (1907-08) no solo se hizo famoso por la belleza de sus pinturas, sino porque rompió con las normas académicas que regían el arte de su época. Con cuerpos desnudos cubiertos de detalles fastuosos, pintados en óleo y oro, revolucionó a una ciudad que se convertía en cuna del psicoanálisis.
Aunque se podría decir que la obra de Klimt perdió reconocimiento debido a las sucesivas revoluciones de las vanguardias del siglo XX, las últimas décadas ha vuelto a tomar su espacio y salir a la luz. Esto se hace notorio a través del merchandising que se genera en torno a su obra: cuadernos, tazones y una amplia gama de artículos con sus motivos coloridos y mujeres doradas. Esto se condice con la idea de la “obra de arte total” que tenía el artista, por lo que probablemente no le habría molestado tal nivel de comercialización de su creación.
Recordemos que Klimt es autor de una de las pinturas más caras del mundo. Se trata del “Retrato de Adele Bloch-Bauer I” (1907), comprado por el galerista Ronald Lauder el año 2006 en US$ 135 millones.