Alexis y Valdés por Matías del Río

FOTO: Revista Capital

“Rodrigo Valdés ya tuvo que apretar los dientes y poner su prestigio académico y técnico para enmendar la reforma tributaria heredada, para la gratuidad y, sobre todo, para sacar la reforma laboral (…). Y capaz que haya estado dispuesto a seguir poniendo la cara en público (y ante sus pares) y arreglando la carga en privado, pero no al costo de ser humillado y desautorizado”

Lo que le duele a Valdés no es haber perdido la partida en el Consejo de Ministros por el caso Dominga. Le duele sentirse traicionado por una jefa por la que se la ha jugado todas las veces que ha sido necesario. “Era que no, si es la jefa…” podrán decirle, pero ojo, nadie está obligado a defender con pasión y convicción políticas en la que no crees o que, directamente, te parecen erróneas. Y lo ha hecho.
Rodrigo Valdés ya tuvo que apretar los dientes y poner su prestigio académico y técnico para enmendar la reforma tributaria heredada, para la gratuidad y, sobre todo, para sacar la reforma laboral. Ahora debió presentar un proyecto de pensiones que sabe que esconde la cola de la pérdida de empleos. Todo esto y más lo ha hecho por lealtad, porque entiende la política en un sentido más amplio que los políticos clásicos. Y capaz que haya estado dispuesto a seguir poniendo la cara en público (y ante sus pares) y arreglando la carga en privado, pero no al costo de ser humillado y desautorizado justamente por defender un principio que él suponía era compartido por la Presidenta: El crecimiento debe jugar en la delantera, junto con otros factores, claro, pero pisando siempre el área, porque de lo contrario es muy difícil hacer goles.
¿A quién se le ocurriría dejar en la banca a Alexis porque Paredes acaba de hacer tres goles y Nico Castillo la está rompiendo en México? De locos, a Alexis se le banca aunque esté cojo, enamorado o con la cabeza en su nuevo contrato. Sin él, todo es cuesta arriba.

 

 

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