Matías del Río: El debate, el maldito debate
Un mea culpa, un análisis de los hechos y un ganador, a pesar de las consecuencias. Aquí la columna de Matías del Río.
Si me lo preguntarán hoy, diría “no, gracias”. No participaría del debate de las primarias de ChileVamos.
Mirado con el paso de los días, los duros días de la crítica y autocrítica, el famoso foro tiene mucho para analizarle.
Partiendo por casa y revisando por qué yo amanecí al día siguiente con tan mal gusto, que además se fue acrecentando, concluyo que después de tantas entrevistas con candidatos y autoridades, no me puedo enojar y perder la paciencia ante el cantinfleo y la evasión.
Pero en la búsqueda de una explicación para no terminar en la autoflagelación completa, creo que con el diseño planteado para el debate se hacía casi imposible otra opción, salvo haber tenido una templanza y un carácter que al parecer no dispongo. En 3 minutos para hacer preguntas bien preparadas y recibir respuestas, nada muy fructífero y profundo puede salir.
Hoy el diseño ese no tiene padre conocido, sólo víctimas y ejecutores. Por eso a esta edad, debí darme cuenta que de esa cancha saldríamos lesionados. Al menos yo. Hoy no repetiría la experiencia, porque para mi carácter esa superficie de juego no calza.
Pero seamos justos con esos padres anónimos, porque también lograron cosas maravillosas con su planificación. En primer lugar un show televisivo de aquellos. Pero, por sobre todo, consiguieron hacer el primer debate político televisivo de verdad entre candidatos de la TV chilena, esos que siempre añoramos de otros países. Los aspirantes se confrontaron, se pusieron en apuros unos a otros y demostraron de qué madera están hechos. Ahora, que ese resultado haya gustado o no, es harina de otro costal.
Este debate en verdad nos mostró la reacción de cada uno bajo presión, su capacidad de soportar agresiones -por injustas que fueran- y de salir del incendio. Pudimos saber de su resiliencia para proponer caminos pese a la tormenta, algo así como guardar la calma ante la adversidad, tan necesario para un líder.
El debate nos dejó descolocados porque por primera vez vimos al desnudo a personas a las que estábamos dispuestos a prestar ropa porque eran potenciales Presidentes, en esa inclinación presidencialista que tenemos.
Fue un ejercicio rudo pero lleno de verdad.
Y como se trata de un show de TV también, daré mi veredicto: Ossandón ganó por masacre (literal), sacó de las casillas al paciente y académico Felipe Kast e hizo descender del estrado de estadista al ex Presidente Piñera, quien entró en escena dejando en claro que no iba a pisar el palito. Lo dos moderados lo pisaron y les dolió. Uno puede o no estar de acuerdo con la estrategia…pero lo claro es que Ossandón llevó a sus adversarios a su cancha, llena de barro, pero la suya.
Termino con otra autoflagelación y una infidencia. Durante el debate un amigo muy inteligente me watsapeó dos cosas: la primera, “baja un cambio…”, la segunda, “Corta, Ossandón es Trump”.
Díganme que no tenía razón el maldito.