Ese agotador infantilismo revolucionario
Por Cony Stipicic. Varios de los movimientos agrupados en el Frente Amplio reniegan de la elite cuando en realidad ya forman parte de ella. Disparan contra figuras tradicionales de la política con una mirada miope, casi ciega. ¿Estarían aquí y ahora si Chile no hubiera vivido todo lo que ha vivido estas últimas décadas?
Disparan contra lo que se les ponga por delante. Se saltan protocolos, sueltan amarras y prefieren pedir perdón antes que permiso. Bien. Es cosa de estilo y siempre los más jóvenes en política lo han hecho. Luchan por provocar el cambio, por remecer lo establecido. Si así no fuera, históricamente, poco pasaría en países como el nuestro.
Pero a veces se contradicen, o caen en discursos intelectualmente poco honestos. Reniegan de las elites cuando ellos también forman parte de éstas. Es más, ayudan a su renovación. Hacen gárgaras con la participación democrática, pero convocan a consultas para “elegir” candidatos on line. Acusan de condescendencia con el pinochetismo al bando equivocado y personalizan los supuestos males de nuestra sociedad en muchos de los que hicieron posible que ellos salieran a las calles a reclamar por sus derechos. Es más, si eso no hubiera sucedido, no tendrían escaños en el Congreso que tan feo miran.
La renovación es necesaria. Fundamental. Las caras e ideas nuevas son básicas para constatar que se avanza, que el mérito existe y que el poder se reparte. Pero la consecuencia, la visión histórica, el respeto por lo hecho y el cuidado de las instituciones también son parte de la ecuación democrática.
Con pura cháchara revolucionaria no se construye un país.
Foto: Agencia Uno