La resurrección de los tres tercios
En su columna para este fin de semana, Nicolás Vergara analiza el eventual regreso de una de las estructuras más duraderas de la política chilena
Muchos recordamos aquellos días en los que en una de nuestras prácticas masoquistas habituales, unos y otros blandíamos estadísticas e informes que hablaban de que los chilenos no entendíamos lo que leíamos o que incluso un graduado universitario no era capaz de seguir un simple folleto de instrucciones para armar una lámpara.
Por cierto que ello nos llevaba inexorablemente a considerar que en educación estábamos peor que Haití y que, por lo tanto, nuestra cacareada cobertura educacional era sólo un mito y una manipulación estadística planeada desde los enclaves libremercadistas de la entonces exitosa Concertación.
Pues bien, hoy como ayer pienso que lo de la incapacidad lectora es una falacia, que ni en eso ni en casi nada nos comparamos con Haití y que los enclaves libremercadistas en la Concertación (encarnados por el ahora execrable Ricardo Lagos) sólo eran una fantasía propia de mentes conspirativas y fabuladoras.
No obstante lo anterior, creo que sí existe un grado importante de incapacidad lectora —e incluso a veces cognitiva— en la mayor parte de nuestros políticos, incluyendo a los analistas y estudiosos del tema. Por qué, se preguntarán ustedes. En mi modesta opinión por su incapacidad de abrir la mente a la hora de hacer sus análisis y, por ello, convirtiéndolos casi siempre en mono variables. Así es como nadie ve posible un acuerdo entre el Frente Amplio y Alejandro Guillier, basándose en la premisa que los Frentistas no estarán dispuestos a pactar con la Nueva Mayoría, dado que se han definido como opositores a ella e incluso le dan una condición de anatema superior a la que le asignan a la derecha.
¿Es esa la interpretación más correcta de la frase de Guillier que afirma sólo estar disponible para “encabezar una coalición de centro-izquierda”? Por cierto que no lo es. Boric, Jackson, Mayol y los demás no están dispuestos a negociar con los “padres del modelo neoliberal concertacionista”, pero eso no hace imposible imaginar una coalición de centroizquierda en la que el centro lo ocupe el Partido Radical, la izquierda el Comunista y el resto, los múltiples partidos, movimientos y espacios unipersonales que hoy conforman el Frente Amplio.
Ello generaría una suerte de movimiento copernicano en la política chilena y la por algunos temida, añorada e incluso venerada lógica de los tres tercios, que podría volver en gloria y majestad.
Para ello el factor único e imprescindible es la voluntad del candidato y la lógica (ya presente en algunos jóvenes frentistas) del “¿Y si la hacemos…?”. Y por “hacerla” se refieren a llegar a La Moneda, como “la hicieron” en Valparaíso de la mano del carismático Jorge Sharp .
¿Se sentirá Alejandro Guillier más cómodo en esta nueva alianza? ¿Estarán disponibles los cardenales frentistas a abrir sus mentes y “apurar el paso”? No tengo respuestas todavía, pero la ventaja es que no pasará mucho tiempo antes de entender si era este modesto escribidor el que carecía de comprensión lectora o lo era el amplio mundo político.